Tribuna de Koldo Arandia Otegi. Competitividad, je t’aime encore publicado en El Diario Vasco
01/12/2013
Competitividad, je t’aime encore
Koldo Arandia Otegi – Empresario
La crisis que estamos padeciendo, la reciente solicitud de concurso por parte de una de las empresas emblemáticas del País Vasco y la decisión de otra de invertir en una provincia limítrofe a la CAPV, están poniendo de actualidad, más que nunca –a algunos nos gustaste siempre- el término Competitividad.
¿Es Euskadi competitiva, sí o no?¿Son las empresas de Euskadi competitivas sí o no?¿Se es más o menos competitivo a 100 kilómetros de Euskadi? Dejemos las conclusiones para el final.
Expertos y consultores definirían la Competitividad con largas y sesudas definiciones.Trataré de trasladar mi visión sencilla de un término tan complejo, desde la simplicidad y mi experiencia.
En la era de la globalidad, la Competitividad, con mayúscula, se mide en el exterior, jugando en otros mercados, pero se cocina aquí, en nuestro País. Llevo 25 años viajando por el mundo tratando de convencer a potenciales clientes para que compren las máquinas-herramienta que fabricamos en Azkoitia.
Nosotros fabricamos y exportamos (85%) máquinas muy avanzadas y muy bien presentadas (Premio Nacional de Diseño 1996-2012) al nivel de los líderes de mercado –alemanes, japoneses-, con un precio también parejo. El modesto crecimiento de nuestra empresa, en 60 años de trayectoria, apunta que algo no funciona bien en materializar en contratos las propuestas que trasladamos a los interesados (otras empresas vascas viven experiencias similares). La experiencia me dice que, ser competitivo –en lo micro- es tener un elevado ratio de éxito en las propuestas que trasladamos a los clientes obteniendo, por ello, un ingreso suficiente que permita pagar a nuestro equipo de personas, a nuestros proveedores y que una vez pagados los impuestos posibilite acometer inversiones y si queda algo, remunerar a un resignado/arriesgado accionista.
Ser competitivo ¿es ser barato? Absolutamente no. Hoy grandes firmas del lujo crecen y crecen con sus precios mareantes. Pero no nos engañemos, eso de ser competitivos y caros está al alcance de unos pocos elegidos. Al resto, ese Rey que es el cliente, nos exige otros atributos.
La fórmula de la Competitividad es más codiciada que la composición de la Coca-Cola. En el posicionamiento competitivo influyen múltiples “ingredientes” con el agravante de que, lo que nosotros ponemos, puede no ser percibido por el cliente, es decir intervienen factores tangibles e intangibles y todos tienen su peso. Así, en máquina-herramienta, tecnología, capacidad, precisión, fiabilidad, servicio, marca, origen, proximidad son factores relevantes, pero el precio para nuestro origen “Basque Country” es fundamental. El mercado asigna un menor valor -a similares prestaciones- a nuestros productos respecto a los Made in Germany or Swiss Made.
¿Son en general nuestros precios más bajos? Lo fueron, pero el galopante incremento de costes de comienzos de este siglo nos ha llevado a la par, cuando no, a superarlos. Eso hace que ofertas de productos buenos de aquí, sean a menudo descartadas, ya que el comprador tiene en mente un precio más bajo para un producto español.
El precio final de un producto es la resultante de múltiples factores, a destacar: las compras que realizamos para fabricar el producto –para esto la dimensión importa-, de la productividad -depende de la organización industrial y de la gestión, de los medios de fabricación, del absentismo y de la flexibilidad-, de costes energéticos y fiscales, de los costes laborales y del margen de beneficio. En Euskadi el que más se ha encarecido, de todos esos factores, son los costes laborales con incrementos como en el metal gipuzkoano por encima del 50% tomando como referencia el año 2000. Este tema no es baladí y los clientes, en las negociaciones, no preguntan cuánto ha subido el IPC en nuestro territorio en dicho periodo.
Toca, por tanto, hacer buenos productos, de alto valor añadido sí, pero que entren en el orden de valor que el mercado nos asigna y esto es lo que nos sacará de la dichosa crisis. Está claro que no somos un territorio low-cost, pero ver a nuestras autoridades resignadas con el hecho de que para una misma actividad el coste aquí sea un 15% y 35% más caro que en Austria y en USA, me pone a temblar.
Hace unos años, el Prof. Michael afirmaba en la sede de Deusto en Donostia: “para que un País, una región, una ciudad sean competitivos lo tienen que ser todos y cada uno de sus agentes” y trasladaba la exigencia hasta el hotel donde había pernoctado y hasta el taxista que lo había acercado a la conferencia. Mientras el Prof. Porter nos daba esos consejos, cegados por el crecimiento y alto estado de bienestar, este País empezó a implantar prácticas y políticas que a la larga han deteriorado nuestra posición competitiva, relegando el principio que un pueblo pequeño como el nuestro sólo será soberano a base de trabajo y compromiso (observemos a los suizos como lo han conseguido).
¿Es entonces Euskadi un territorio competitivo? Depende para qué y para quién. La inversión foránea que aterriza en el territorio es un excelente indicador y sus tasas no son como para sacar pecho. Nuestra industria, en general, es una industria de tecnología media y para ese nivel, Euskadi, tiene un serio problema en su Competitividad y esto hay que decirlo. La ciudadanía, la sociedad, es madura y exige y entiende los mensajes claros. Si le decimos la verdad a la sociedad, estaremos más cerca de la solución/recuperación.
La Competitividad de este País pasa por un diagnóstico compartido de la gravedad de la situación, por una reforma profunda de una función pública cuya estructura no podemos soportar, por unos dirigentes políticos valientes y con visión que les preocupe el largo plazo y no tanto las próximas elecciones y de acuerdos en las empresas entre empresarios y trabajadores.
Sólo así, posicionaremos el origen y marca Basque Country al nivel de las más prestigiosas. A pesar de todo, Competitividad je t’aime encore, me gustas todavía.