Un nuevo contrato social y talento
05/02/2017
Tribuna de José Miguel Ayerza, Director General de Adegi
A vueltas con el nombramiento de Donald Trump como presidente de los EE UU, en un reciente viaje a Boston nos comentaron que, en realidad, una gran mayoría de los americanos, más allá de la mayor o menor división que pudieran aparentar, compartían que había mucha gente desengañada, con especial incidencia fuera de las grandes urbes. La gente siente que sus oportunidades de progreso son limitadas y eso genera tensión. Al margen de los buenos datos de crecimiento económico de los últimos años en Estados Unidos, dicha prosperidad no ha sido equitativamente distribuida. En ocasiones, estos sentimientos han sido expresados en forma de racismo, misoginia o populismos extremistas.
El catedrático Antón Costas considera que la ira social provocada por la creciente desigualdad que conlleva convulsiones políticas se debe a la ausencia de un contrato social. Ahora bien, sin entrar a valorar el resultado de las últimas elecciones, nuestros colegas americanos confiaban en darle la vuelta a la situación. Para ello, decían, hace falta liderazgo y desde una perspectiva más pragmática, la creación de más puestos de trabajo y la consiguiente mejora de los ingresos que alcance a todas las capas de la sociedad.
Pues bien, creo que estos retos son extensibles a la gran mayoría de los países. Es una agenda global, en la que todos debemos hacer más para extender la prosperidad, en especial a aquellos ámbitos y sectores de la sociedad que más lo necesitan. ¿Cómo podemos hacer esto? ¿De dónde surgen los puestos de trabajo?
En Euskadi, y en Gipuzkoa en particular, prácticamente el 85% de los puestos de trabajo se crean en la empresa privada. Así, si nos asomamos a los datos de la encuesta de coyuntura de Adegi que acabamos de dar a conocer esta misma semana, es esperanzador constatar que el 96,5% de las empresas de Gipuzkoa prevén mantener o aumentar su plantilla en 2017, estimando que crearán unos 5.000 puestos de trabajo netos.
Parece por tanto sensato esforzarnos en el mantenimiento de nuestro tejido empresarial, contribuyendo a la mejora de su competitividad y fomentando, a su vez, nuevas iniciativas que más allá de garantizar la empleabilidad de los actuales puestos de trabajo, permitan la creación de nuevas oportunidades, especialmente para nuestros jóvenes. Para ello es fundamental que en nuestras empresas, y en la sociedad en general, lleguemos a acuerdos, es decir, seamos capaces de remar todos juntos en la misma dirección.
Debo decir con satisfacción que en Gipuzkoa las empresas están haciendo los deberes, promoviendo una nueva cultura asentada en la colaboración, impulsando proyectos compartidos en base a la confianza entre unos y otros que descansa sobre los pilares de la transparencia, la comunicación y la participación. En nuestras empresas es cada vez más habitual compartir valores como la colaboración, el respeto, la estabilidad, la generosidad, el compromiso, la equidad retributiva, la flexibilidad, la humildad o el amor. Es un nuevo contrato social en la empresa.
Si, porque no nos engañemos, si no somos capaces de desarrollar un entorno atractivo para trabajar, difícilmente podremos retener y atraer talento, mejorar nuestras empresas y en definitiva, contribuir al objetivo de construir una sociedad más próspera y equilibrada. Precisamente la dificultad para atraer talento es uno de los factores de preocupación que más destacaban las empresas en la encuesta de coyuntura que antes mencionaba . Es un problema estructural que va a ir a más a lo largo de los próximos años como consecuencia de la evolución demográfica. En concreto, según el Eustat, en la próxima década la población en edad de trabajar se va a ver reducida en torno a 40.000 personas en Gipuzkoa.
Los avances tecnológicos, las mejoras de productividad o la industria 4.0 pueden contribuir a reducir ese gap, si bien se puede dar la paradoja de tener dificultades para encontrar personas adecuadamente cualificadas para responder a la demanda de las empresas mientras nuestros jóvenes engrosan las listas de Lanbide. Es por tanto un reto que supera a las empresas y que como territorio debemos abordar de manera conjunta, para ser más atractivos y a su vez orientar adecuadamente a nuestros jóvenes, con la involucración de la administración, la universidad , los centros educativos, y como no, los padres y las madres.
Con el nuevo contrato social en la empresa a través del impulso de una cultura que está contribuyendo a cultivar empresas más humanas, competitivas y socialmente más responsables, en definitiva más atractivas, es el modo en el que las empresas guipuzcoanas sienten que están siendo parte de la solución.
Ahora bien, al final del día, el verdadero impacto positivo de pequeños territorios como el nuestro tiene su origen en el trabajo individual de personas como tú, lector de este artículo, que contribuyes al crecimiento de nuestras empresas y organizaciones. En definitiva, somos todos quienes actuando colectivamente contribuimos a un mundo mejor.