«Si te va bien pareces un explotador, nadie ve el gran riesgo que asumes»
09/02/2014
Ser empresario tendrá sus pros y sus contras, pero para Koldo Arandia el día a día es, sobre todo, «diverso» y «trepidante». Lo cuenta en esta entrevista
«Los empresarios de Gipuzkoa han vivido auténticos dramas familiares con ETA y existe una gran deuda social con ellos»
Si usted tiene un amigo empresario ya sabrá que eso de verle aparecer en las comidas de la cuadrilla o quedar para tomar un café por la tarde no es nada fácil. Sus empresas son una versión algo más light del triángulo de las Bermudas, un lugar en el que desaparecen por tiempo indefinido. Lo dice la mayoría de los empresarios entrevistados en esta página y lo corrobora el director general de Ibarmia Koldo Arandia.
«Es que es así, la actividad empresarial es una vivencia que se prolonga las 24 horas al día, no sólo por las doce horas que acabas metiendo cada día, sino porque te acuestas pensando en la empresa y te levantas conella en la cabeza; y los que al final más lo pagan son la familia y los amigos. De hecho yo siempre digo que el momento más lúcido del día es el del afeitado, cuando mejores ideas se me ocurren», bromea.
Ahora bien, a Koldo Arandia se le nota que disfruta con lo que hace, y mucho. Director de la empresa azkoitiarra Ibarmia, dedicada a la mecánica de precisión desde mediados del siglo pasado, cuando deja a un lado el tema de los horarios y pasa a relatar cómo es la actividad diaria en la empresa, se emociona. Habla de su equipo de trabajo y de las personas que lo componen, de los muchos países a los que exportan el 90% de su producción e incluso se zambulle en la naturaleza de la máquina herramienta, «el sector más guipuzcoano de los industriales y, como digo yo, un sector noble alejado del halo de especulación que acompaña actualmente a otros».
– Si hay que pasar tantas horas metido en la empresa por algún lado se tiene que compensar. ¿Qué diría que es lo mejor de ser empresario?
– El enriquecimiento personal. No el económico ¿eh? dejémoslo claro. Al final la mía es una actividad de tecnología y conocimiento, muy internacionalizada y en la que conoces un montón de países, culturas y personas interesantes conlas que he crecido a través de conocerles, de ver cómo actúan, cómo piensan... Todo ello me ha dado un enriquecimiento personal muy importante.
– Suena muy bien, ¿pero el día a día es tan interesante? ¿O el empresario también cae en rutinas soporíferas comolos demás?
– Es trepidante. En la máquina herramienta hay una serie de eventos y de ferias que se repiten periódicamente y que, junto con las vacaciones de verano, las navidades y demás fiestas comunes a todos los trabajos, establecen una rutina anual. Pero saliendo de esas rutinas, la actividad diaria es muy diversa, estamos metidos en muchísimos ámbitos, con lo que el tiempo para aburrirse no se da, pero no ya solo ami nivel, hablo del equipo de trabajo en general, al que prácticamente le sucede lo mismo.
– Y hablando del equipo de trabajo. Tiene 75 personas a sucargo. ¿Le puede la responsabilidad?
– No, en una actividad comola nuestra solo podemos hacer máquina herramienta, empresa, con personas. Y nos conviene tener las mejores personas y tener a esas personas motivadas y viviendo el proyecto empresarial a través del compromiso mutuo de la empresa conellos y ellos con la empresa. Esa es la clave del éxito. Además en muchos casos se trata de personas con las que convives casi más que con tu familia o amigos y las relaciones personales son también estrechas, fuertes y en general buenas.
Casado y padre de un niño y una niña, Koldo Arandia nació en Itsasondo, creció en Tolosa, cursó sus estudios de Empresariales en la universidad de Deusto y acabó trabajando en Azkoitia y residiendo en Donostia. Ex presidente de la Asociación de Fabricantes de Máquina Herramienta del Estado (AFM), durante sus 25 años en Ibarmia ha recorrido varios puestos hasta acabar finalmente tomando las riendas como director general y adquiriendo una parte de la empresa.
– ¿Cómose acaba siendo empresario?
– Yo creo que acabé aquí quizá por ser una persona inquieta y comprometida. En mi juventud, en todos los momentos y allá donde he estado me ha gustado estar siempre con intensidad, así que cuando aterricé en un proyecto empresarial y me dieron la posibilidad de introducirme en él, lo hice hasta el punto de acabar enganchado. Pero creo que tampoco es casualidad. Yo vengo de una cultura en la que el mundo de la empresa no me era desconocido. Mi aita creó su propia empresa con su hermano y he conocido todas las vicisitudes que conlleva durante mi niñez y juventud. Y, posteriormente, he seguido ligado al mundo empresarial por mi familia política. Tanto mi familia como la de mi mujer venían del caserío, de un ambiente modesto, y fue la necesidad que siguió a la Guerra Civil la que les impulsó a emprender para salir adelante.
– Me ha hablado de muchas cosas bonitas. Pero no será oro todo lo que reluce. Cuénteme qué es loque más le echa para atrás de ser empresario.
– Quizá que Gipuzkoa es un territorio complicado para el ejercicio de la actividad empresarial. Primero porque hay unos niveles de conflictividad que no son entendibles habiendo alcanzado unas cuotas de bienestar realmente espectaculares. Por otra parte el empresario no es una figura reconocida y, en este sentido, yo creo que hay una tremenda deuda social con la figura del empresario, que es al final el que crea las empresas que generan empleo. No tenemos que olvidar, y sin caer en el victimismo y con el respeto a todas las víctimas de esa lacra que fue el terrorismo, que el empresario hasta hace unos días ha sido extorsionado, y en algunos casos hasta asesinado.
– ¿Cree que el éxito del empresario se cuestiona?
– Si le va bien parece que es un explotador, una persona sin escrúpulos, cuando en muchos casos su éxito es fruto de asumir importantes riesgos, de poner en riesgo su situación patrimonial personal y de una dedicación de sol a sol. Que un futbolista gane dinero está socialmente aceptado, que lo haga un empresario, no. Y si a esto unimos que desde las administraciones existe una falta de sensibilidad real hacia el empresario, aderezada por el Impuesto sobre la Riqueza y las Grandes Fortunas que grava las participaciones que se tienen en una empresa, se crea una desazón tal que el empresario se marcha de aquí. Y ese es un problema que tiene Gipuzkoa que debemos resolver rápidamente, ya que hablamos de un territorio con una enorme potencialidad que, cuando somos capaces de trabajar unidos en un proyecto, compartiendo una visión, es un territorio invencible.