«No hay que ser una superwoman para ser gerente. Lo que hace falta es tesón»
23/03/2014
La gerente de Loreak Mendian, Susana Quiñones, abre las puertas de su día a día.
«No hay que ser una superwoman para ser gerente. Lo que hace falta es tesón»
«Para hacer mi trabajo te tienen que gustar las personas».
«En nuestra cultura no se acepta el error o el fracaso empresarial. Sólo se valoran las historias de éxito»
« Todo el mundo entiende que uno sea médico o periodista vocacional, pero a la gente le da como la risa cuando digo que soy gerente vocacional», bromea Susana Quiñones. Responsable desde hace siete años de Loreak Mendian, la marca de moda cuya margarita se convirtió en referencia, Quiñones se muestra cercana y sencilla, conversa sobre mil aspectos de su profesión y aborda sin rodeos las penurias que atraviesa el sector textil arrastrado por un consumo en continuo descenso. Irunesa y madre de una niña de once años, Quiñones huye de la imagen de ‘superwoman’ que se atribuye con frecuencia a las mujeres que adoptan cargos de responsabilidad. «Lo que hace falta en mi trabajo es tesón, fuerza de voluntad y que te gusten las personas», afirma.
– ¿Pero por qué les da la risa?
– Quizá porque la gerencia está relacionada con la empresa, que no es digamos una ONG y que se crea para ganar dinero. Pero, para mí, la vocación no está en ganar dinero sin más, sino en estar en un proyecto, crear un valor añadido, en estar con la gente, trabajar en equipo...
– Trabajó en una empresa de Miami. ¿Notó diferencias entre los directivos de allí y los de aquí?
– Sí. En EE UU el emprendizaje está muy metido en la cultura, no se ponen límites en cuanto a las oportunidades y es más fácil lanzarse a hacer cosas. Y además valoro muchísimo que en ese país se acepta muy bien el fracaso y el error. De hecho, sigo teniendo amigos americanos a los que, cuando les preguntas cómo están, tranquilamente te dicen: ‘¿Te acuerdas de aquella empresa o negocio que monté? Pues mira, me fue mal, me arruiné y he vuelto a empezar.’ No tienen miedo al error y al fracaso, y en ese sentido, veo una tremenda diferencia cultural con respecto a nosotros. Aquí a mí me parece que siempre se termina hablando de historias de éxito.
– ¿Del tipo...?
– Pues cuando das charlas en la universidad, por ejemplo, todo el mundo valora mucho las historias de empresas que dan el pelotazo, como la que empezó haciendo unas camisetas y que hoy en día ha llegado a no sé dónde o los chicos que empezaron en un garaje y terminaron creando Apple. Pero yo creo que allí se tiene muy interiorizado el hecho de que puedes emprender algo y no conseguir triunfar.
La historia de Susana Quiñones se sale un poco de lo corriente. Es más, cuando ya estaba asentada en un buen puesto de una buena empresa y parecía que su currículum había terminado de acomodar los puntos sobre las íes empezó, como quien dice, uno nuevo. Licenciada en empresariales por la Universidad de Deusto en San Sebastián, hizo prácticas en Toronto y en Miami. A la vuelta trabajó un tiempo en Madrid y, tras pasar por el grupo IFA en Uvesco, desembarcó en Forum, dentro del grupo Eroski, donde pasó ocho años y llegó a ser directora de Compras, Logística, de Marketing... Su futuro estaba ya encarrilado. Entonces se topó con una oferta distinta, la que le hicieron unos jóvenes que habían tenido un éxito rotundo con una margarita y un lema: Loreak Mendian. Querían evolucionar, no anclarse en esa margarita y desarrollar un proyecto mayor. Y la querían con ellos como gerente. Aceptó. Entonces tenía 38 años.
– Imagino que abandonar un puesto seguro dará un poco de vértigo.
– Más bien respeto. Era un cambio de entorno. Pero lo que me quitaba el miedo es que con lo que yo disfrutaba en mi trabajo anterior era con los equipos, con las personas. Me considero una persona muy a pie de terreno, y ya me daba cuenta de que la parte más política de los puestos de responsabilidad era lo que menos me gustaba. Hice una reflexión y dije: ‘yo no es que aspire a tener o ser un puesto, con lo que me lo paso bien, con lo que disfruto, con lo que sufro también a veces, lo que verdaderamente me llena es estar cerca del negocio, en la pista, cerca de la gente’. Poder explayarme más y sentirlo más mío. Y en ese sentido pensé que éste era un reto interesante, pese a que me pilló en un momento en el que no estaba pensando en cambiar de trabajo y en el que me sentía muy valorada donde estaba.
– ¿Y qué tal han sido estos años?
– Muy buenos pese a lo duros, porque nos ha pillado toda la crisis.
– El sector de la moda no lo está pasando bien.
– Lo está pasando fatal. Desde el 2007-2008 ha bajado el sector como un 30% la facturación. El año pasado cerraron el 20% de las tiendas de textil en España y el entorno es terrible. La gente tiene mucha pereza a consumir.
– ¿Y lográis capear la crisis?
– A día de hoy nosotros seguimos vivos por diferentes razones, pero probablemente la principal sea por huir de la cultura del pelotazo, por decirlo de alguna manera; del ‘venga, vamos a ordeñar la vaca y ya está’, en el sentido de que las camisetas con la margarita con las que nació la marca tuvieron muchísimo éxito, pero no se quedó en eso, sino que los socios fundadores –Xavi Zirikain y Víctor Serna–, ya entonces proyectaban una evolución: querían hacer una colección de chico y de chica, con un abanico de prendas grande que cumpliera con un concepto e ir implantándolo. Además hemos crecido de una forma sana, no nos lanzamos a abrir y abrir tiendas en 2008, un momento en el que todo se hacía muy rápido y a lo grande.
– Con la que está cayendo, el trabajo se habrá vuelto más intenso.
– Sí. En un momento de crisis tremenda tienes que ser excelente, no vale con ser bueno, y hay momentos de tensión y de dificultad. Siempre ha habido que luchar y trabajar mucho, pero quizá antes había cierta inercia en el consumo, el cliente no valoraba tantas cosas.
– ¿Qué cualidades cree que se deben tener para dirigir una empresa?
– Creo que tienes que ser una persona con mucho tesón, con mucha fuerza de voluntad, y que te tienen que gustar las personas. Huyo mucho de la típica idea de la superwoman o el superman que dirigen una empresa. Si lees un libro de management te van a hablar de liderazgo. Y al final es verdad que hay que tener algunos puntos fuertes, pero lo difícil no es tanto tenerlos, sino el mantener un equilibrio entre los puntos fuertes y los débiles.