«Lo más duro de dirigir una empresa es intentar satisfacer a todo el mundo»
26/01/2014
La Empresa Guipuzcoana.DV 26 de enero.
Gustavo Lascurain, Director General de Pasaban
Con 32 años tomó las riendas de la tolosarra Pasaban, todo un referente mundial en su sector. Seis años después, Lascurain cuenta lo que es estar al pie del cañón
«Salgo a las seis de trabajar, pero puedo estar respondiendo correos de trabajo hasta las doce de la noche»
Quién le iba a decir a Gustavo Lascurain que aquella carta por la que apostaría casi a ciegas con 23 años iba a resultar ser el as de oros.
«Recuerdo que me llevaba mi padre a trabajar en coche, porque aún no tenía el carnet, y que le decía ‘aita, ¿te das cuenta de que tengo que decidir ahora lo que quiero hacer el resto de mi vida?’».
Había acabado la carrera y le ofrecían en Tecniker dos becas muy distintas, una relacionada con sus estudios –ingeniero industrial de la rama de la mecánica– y otra para crear un área de consultoría. Mecánica versus gestión.
Tomó la alternativa que no correspondía estrictamente a sus estudios. «Y creo que fue un acierto total», afirma. Vaya si lo fue. Nueve años después, con 32, le ofrecían los mandos de la casi centenaria empresa de Tolosa Pasaban, referente mundial en la venta de bienes de equipo para la industria papelera.
– Entró muy joven y para mandar en una empresa familiar. ¿Le va el deporte de alto riesgo?
– (Ríe). Es posible hacerlo, aunque implica cambiar el rol no solo del equipo de trabajo, sino también de la propia familia dentro de la empresa. Cuando llegué yo, la tercera generación estaba saliente y la cuarta entrante, y coincidían en activo varios familiares. Y fue en esa transición cuando la empresa tomó la que yo creo que es una de las decisiones más difíciles que suele adoptar una empresa familiar, que es la de ponerla en manos de alguien externo a la familia aunque, lógicamente, manteniendo la familia el consejo de administración.
– ¿Y se vio envuelto en muchos rifirrafes?
– Fue una transición suave, lógicamente con los más y menos que hay en una transición normal, porque hay un cambio mental de la empresa a todos los niveles. Pero en general ha sido suave. Cuando yo vine a Pasaban, para mí era un proyecto sobre todo ilusionante, porque como empresa tenía muchas posibilidades y la gente tenía muchas ganas de cambiar la dinámica y el proyecto empresarial.
– Suena bien, pero seguro que no todo será un camino de rosas... Haciendo memoria ¿qué diría que es lo más duro de dirigir una empresa con tantos trabajadores?
– Lo más duro al final es tratar de satisfacer a todo el mundo. Eso es lo más duro, que todo el mundo esté siempre de acuerdo con todo, que esté contento con todo.
– ¿Cuando uno se hace empresario se prepara para el inevitable grado de desconfianza que puede causar entre los trabajadores?
– Hay una cosa clave a nivel de comunicación interna y donde realmente nos tenemos que esforzar los directivos, que es en que se entienda muy bien a todos los niveles y a nivel individual por qué se deciden determinadas cosas, por qué se toma esta decisión o esta otra. Esa es para mí la clave de todo. Y eso es algo a lo que desde el año 2008 en Pasaban le hemos dado una importancia vital, el poder ser trasparentes de arriba abajo y también de abajo arriba, de manera bilateral. Y al final se va generando un clima de confianza y se nota; y entras en el taller y se nota. El trabajo ha sido regenerar ese clima de confianza. Eso sí, cualquier paso en falso que des en ese sentido te suponer perder la confianza en dos segundos.
Quizá sea porque en el trato parece una persona cercana y positiva, o tal vez porque la empresa está superando con nota la crisis, pero Gustavo Lascurain utiliza palabras como ilusionante, posibilidades y oportunidad cuando habla de la responsabilidad de dirigir una empresa que tiene clientes en todo el mundo y que no deja de crecer año tras año.
– Podríamos estar hablando horas de los datos de empresa de Pasaban, pero en esta entrevista quien me interesa es usted. ¿Qué me puede contar?
– Que soy de Eibar. Eso sí que lo tienes que poner. Y que tengo 38 años mal llevados, porque siempre me echan más, pero 38 años.
– ¿Y está casado? Le he cotilleado el Facebook pero creo que allí no venía nada.
– ¿Sí? Hace siglos que no entro. ¿Sale alguna foto mía?
– Sí, y una en blanco y negro...
– ... Ah, sí, de una carrera de motos antiguas en La Concha. Me la pasó mi vecino, que fue el presidente del Real Motor Club de Gipuzkoa.
– Sí, esa misma. ¿Y tiene hijos?
– Sí, tres. De 11, 7 y 6 años
– ¿Y cómo lo lleva? ¿Consigue conciliar?
– Aunque le parezca mentira yo compagino bastante bien la vida profesional y la vida personal, trato de ser bastante equilibrado en cuanto a las horas físicas de trabajo aquí y las horas de trabajo que al final también inviertes en casa. Pero sí que soy bastante riguroso y, a no ser que sea algo impepinable, no suelo irme de aquí más tarde de las seis o las seis y cuarto. Luego en casa pueden surgir cosas, respondo correos y hasta puedo estar respondiendo hasta las doce o doce y media de la noche. Pero sí que es cierto que intento conciliar. Tengo tres niños e intento que no me echen en falta. Aún así, entiendo que en todas las empresas no es posible trabajar de la misma manera.
No son pocos los empresarios que lamentan sentirse incómodos en un territorio que parece que no les valora. Pero Lascurain prefiere hacer hincapié en los aspectos positivos. «Allí donde he estado, en cualquier empresa, me he encontrado gente extraordinaria. Cuando entré en Pasaban por ejemplo me llamó la atención que los trabajadores parecían socios por lo implicados que estaban. Hablaba con cualquier veterano de la empresa y te daba la sensación de que también era socio, porque consideraban la empresa como algo muy suyo. No creo que sea un tema de territorios, sino de personas», asegura.
– ¿Hablar de la importancia de las personas no es una moda entre los directivos jóvenes?
– No, no es sólo algo propio de mi generación. Tuve la suerte de trabajar con mi padre en la anterior empresa y él tenía las mismas características , y eso que está jubilado ya y que es de una generación anterior. Ahora se habla más de las personas porque cuando el zapato aprieta lógicamente intentas buscar vías alternativas, pero ya había grandes directivos antes que también centraban la gestión en las personas.