«El cierre de empresas como Fagor también ha afectado a los hoteles»
11/05/2014
Dirige un hotel dedicado al séptimo arte y ha visto cómo cambiaban los clientes y las tendencias conforme avanzaba la crisis. Fontagné nos habla de su vida en el Astoria 7
«Después de haber viajado un poco creo que San Sebastián no es cara. Compara con San Juan de Luz o Biarritz...»
Resulta difícil pensar que bajo el relajante hilo musical que pone el tono de hotel a las estilosas salas del hotel Astoria 7 se despliega en todas sus facetas una empresa familiar hecha y derecha, pero así es, y allí está su director, Guillaume Fontagné, para contar cómo es dirigir un hotel de cuatro estrellas que abrió sus puertas justo a la par que la crisis cogía fuerza en el mundo, en el año 2009. De conversación alegre y cercana, la verdad es que a Fontagné (Mont de Marsan, Las Landas, 1976) le pega dirigir un hotel. «Siento que este trabajo va conmi personalidad», admite. « Ningún día es igual al anterior y eso me gusta».
– Cuando uno piensa en una empresa familiar guipuzcoana pocas veces se imagina un hotel. ¿Cree que hay diferencias entre un hotel y una empresa al uso?
–Ninguna. Nosotros en vez de producir tornillos producimos pernoctaciones, desayunos... Aquí trabajan una media de cincuenta personas en invierno, unas pocas más en verano, y el personal es propio.
– Hoy, martes 29 de abril, ¿podría reservar una habitación?
– No, estamos completos.
– ¿Pero después de Semana Santa no hay un bajón?
– A partir de abril y hasta que acabe el verano la ocupación es alta. El invierno ha sido especialmente malo, sobre todo porque la industria del interior, que era un motor para el turismo en invierno, ha fallado.
– ¿El cliente de empresa, no?
– Sí, el cliente corporativo está sufriendo mucho. Fagor mismo, por ejemplo. Su cierre no solo tiene su impacto sobre el empleo en Mondragón, sino también sobre todo lo que arrastraba, incluyendo el alojamiento a sus clientes. Las empresas te dicen que haceunos años los clientes iban a comprarles a sus sedes, sin embargo ahora son los directores comerciales los que se tienen que desplazar a donde haga falta para vender sus productos.
– Este hotel abrió en 2009, justo al inicio de la crisis. ¿ Y dice que es ahora cuando más notan la crisis?
– Desde hace dos y tres años estamos viendo que el cliente estatal está bajando, el año pasado mucho más que los anteriores. En cambio, tenemos al cliente extranjero, que entra mucho más. Ahora bien, el cliente extranjero no compensa con el cliente estatal, porque viene a partir de abril y hasta octubre y luego desaparece, salvo el cliente francés, que viene todo el año
. – ¿ Cómo es su trabajo? ¿ Calcula durante el año cuáles van a ser las temporadas altas y bajas?
– Sí. Parte de mi trabajo consiste en planificar el año en función de los eventos que pueda haber en la ciudad, desde el festival de cine hasta el de jazz, pasando por algún concierto importante.. Programar una ocupación que ves que puedes realizar e ir calculando los gastos.
– No será fácil
– A veces es un poco como andar con una bola mágica.
Hoteles del norte
Su mes de trabajo preferido es septiembre, cuando el hotel se llena de personas relacionadas con el mundo del cine, y las épocas de más trabajo son, paradójicamente, las temporadas de ocupación baja. Habla perfectamente castellano, y sólo un leve acento revela que es francés. Guillaume Fontagné nació Las Landas, se crió en Hendaya y estudió Turismo en Biarritz, en la escuela hotelera y después un máster en Turismo en Toulousse. Pasó cinco años en Londres aprendiendo inglés y trabajando para una cadena hotelera, la misma con la que viajó a Bilbao para hacer la apertura de un hotel. En la capital vecina –“una ciudad en plena ebullición”– rememora, pasó dos años, hasta que le surgió la oportunidad de trabajar en el departamento comercial de la Talasoterapia de San Juan de Luz. Después le salió su primer puesto de director en un balneario de Orduña. “Mequedé un año y medio allí ya que, por motivos personales quería volver a esta zona, y es cuando surge la oportunidad de trabajar en el Astoria”.
– Y lleva aquí desde 2009. ¿Qué diría que es lo mejor de su trabajo?
– Que cambia todos los días. Todos los días pasa algo nuevo, y eso es lo que más me gusta, creo que corresponde a mi personalidad. El mes pasado estaba en París, en enero en Madrid… Tampoco viajo mucho, pero la vida misma del hotel te da cosas diferentes.
– ¿Y lo peor?
– Lo más difícil es llegar a poner el freno, tener la disciplina para hacerlo, porque un hotel está abierto 24 horas al día siete días a la semana 365 días del año y si no le pones freno el hotel te come. Es importante mantener el balance entre la vida familiar y la vida profesional.
– ¿Cómo cuántas horas se pueden pasar aquí?
– Diez, once fácilmente. Hay periodos. Curiosamente tengo menos trabajo en verano, que el hotel está a tope, que en otras épocas.
– ¿Trabajar en un hotel de cuatro estrellas no es un ‘ handicap’ a la hora de ir de vacaciones? ¿Puede ir a un sitio de un nivel inferior a este?
– ¡Claro! La verdad es que en eso yo me considero una persona muy abierta. Meencantan los agroturismos, las pensiones, las nuevas formas de alquiler turístico… Me gusta variar en función del momento y según las necesidades que tenga. Por ejemplo, de viaje por Irlandame alojé en un ‘ bed and breakfast’, una habitación que te alquila una persona, la mayoría de las veces en su casa. El contacto con la gente del lugar paramítiene magia. Soyuncliente de camping como de cinco estrellas.
– Se suele criticar que los hoteles donostiarras son muy caros. ¿Usted cómo lo ve?
– Es verdad que si tú miras la víspera del 15 de agosto a cuánto vende el hotel una habitación, seguramente te puedes llevar un susto. Pero eso quiere decir que sólo quedan una o dos habitaciones. Ahora bien, si uno se conecta el dos de enero para la misma fecha seguramente encontrará unas ofertas muy distintas, porque al hotel le interesa poder planificar las reservas con tiempo. Yo sinceramente por haber viajado un poco creo que San Sebastian no es una plaza cara y creo que España es un destino barato. Sin ir más lejos, en San Juan de Luz o Biarritz hoteles del mismo nivel valen mucho más que los nuestros. Además, creo que un hotel cinco estrellas que se vendiera a ochenta-noventa euros no podría dar un servicio de cinco estrellas. Será un destino caro Donostia, sí, pero no carísimo